Mourinho planteó un partido estrictamente defensivo. Corrió el riesgo de que el Barcelona marcara pronto y el partido se le hiciese muy largo al Inter, pero los de Guardiola no anduvieron finos en la circulación y crearon poco peligro ante un equipo fenomenalmente armado.
La disposición inicial del conjunto Italiano era de un 4-5-1, que se convirtió en un 5-4-0 tras la expulsión de Motta. La razón, una hora por delante para defender una renta de dos goles. Y lo hicieron no solo por la pesadez del Barça en el movimiento de la pelota sinó por una fenomenal lectura de los pasillos interiores, creando siempre superioridades numéricas, hubo mucha solidaridad y un gran trabajo físico.
Efectivamente. Se dice que la clave para los equipos que juegan al ataque y con la posesión del esférico reside en una disposición bién abierta sobre el ancho del campo. Es fundamental, pero solo es un factor de desequilibrio. Lentos y alejados en la circulación, sin movilidad por los interiores y sin profundidad en las bandas. La contención del Inter empezó muy lejos de su portería.
El movimiento de mediocampistas y delanteros en zonas intermedias, al toque y con constantes apoyos, aspecto que el 4-3-3 del Barça maneja a la perfección, se presume como condición suficiente. El Barça estuvo mal ahí y, además, estuvo fatal en las finalizaciones. En partidos como este hay que pegar desde donde sea y constantemente.
El Barça salió con Messi centrado, ya no sorprende esto, con Pedro abierto en la derecha, Keita y busquets escoltando a xavi y Touré de supuesto hombre libre, que terminó siendo un lateral derecho más, ante un desdibujado Alves. Se confirma que el brasileiro no interpreta la posición del extremo.
La entrada de Jeffren por Busquets le dió un rigor táctico que más bien debiera haber previsto el técnico catalán. No entiendo el porqué de renunciar a volver a juntar a Messi y Alves por la banda. Es preciso que el Barça recupere el estilo de la pasada temporada.